04 August 2020

FICHAS DE CONTABILIDAD

La exonumia, o coleccionismo de fichas o tokens, corre el riesgo en ocasiones de ser vista como una versión más "pobre" de la numismática. Las fichas, utilizadas como sustitutivos del dinero para diferentes fines (como el pago por un servicio público o el uso en las salas de juego, por poner dos ejemplos conocidos) no tienen casi nunca un alto valor intrínseco ni cuentan con atractivos diseños, optando casi siempre por la funcionalidad. Aún así, creo que son argumentos fácilmente rebatibles, por varios motivos. Las fichas o tokens constituyen un material altamente coleccionable, tanto por su variedad como por ese bajo valor al que antes aludía. Un valor, que, como en las monedas, puede aumentar si la ficha en cuestión es escasa. Además, la emisión de fichas ha sido recurrente a lo largo de la Historia, lo que supone un interés añadido a estos objetos. Las de hoy sin ir más lejos, conocidas como "jetones" tienen alrededor de 200 años de antigüedad y representan un tipo de ficha utilizado en Europa durante siglos como veremos a continuación.

Anversos de dos jetones alemanes de principios del s. XIX

Su nombre deriva del francés "jeton", que a su vez viene del verbo "jeter", es decir, "arrojar o tirar", ya que se trataba de fichas monetiformes que se lanzaban sobre un tablero o ábaco que servía para realizar la contabilidad. Aunque durante la Antigüedad se utilizaron sistemas de cuenta similares, el uso de fichas imitativas de la moneda se extendió durante la Baja Edad Media, coincidiendo con un nuevo auge del comercio internacional. Es difícil saber dónde y cuando exactamente surgieron los primeros jetones, ya que al tratarse de fichas normalmente de uso privado y emitidas de forma no oficial únicamente llevan elementos decorativos, quedando desprovistas de caracteres y otras pistas que sí nos dan las monedas. Aún así, es posible afirmar que los primeros jetones debieron surgir en Francia y Norte de Italia (verdadero centro financiero de la época) a comienzos del siglo XIII. Normalmente se utilizaba el cobre o el latón para su fabricación, y utilizaban símbolos y heráldica reconocidos en el continente, como la flor de lis francesa, la cruz típica de las monedas de plata medievales o el castillo, muy presente en la numismática medieval europea.

En un primer momento, los jetones se utilizaban para el cálculo contable, que se realizaba en tableros cuyas líneas horizontales simbolizaban cada uno de los numerales romanos más o menos de la siguiente manera: 


Pese a que los numerales arábigos, mucho más indicados para el cálculo rápido, se fueron introduciendo en Europa occidental a partir del siglo XIII, todavía se emplearon durante bastante tiempo los tradicionales números romanos. ¿Cómo se realizaba un cálculo en este tablero? Simplificando la cifra lo más posible. Pongamos un ejemplo de suma simple: 183 + 44, es decir, CLXXXIII + XXXXIIII


A un lado del tablero, repartimos los jetones indicando los numerales correspondientes a 183 y al otro los correspondientes a 44. La simplificación para llegar al resultado llegará empezando por abajo y subiendo línea a línea. Así, en la línea de las unidades (I) de la base, tenemos siete jetones. Retiramos cinco, que se convierten en un jetón que pasa a formar parte de la siguiente línea (V), quedando dos en la línea I.

La línea V tiene un solo jetón, que no puede convertirse en numerales superiores, por lo tanto lo dejamos donde está y pasamos a la siguiente línea (X). Aquí vemos siete jetones (es decir, siete decenas). Cinco de ellos pueden retirarse y convertirse en un numeral L. Retiramos estos cinco, quedando dos en la línea X, y colocamos un jetón en la línea L. La línea L tiene ahora dos jetones, que, en sentido siempre ascendente, podemos retirar y convertirlos en un jetón de la línea C, que ahora pasa a tener dos. Finalmente, tenemos este resultado:


CCXXVII (227)

Interesante, ¿verdad? Aunque se podían realizar otras operaciones además de sumas, este sistema no podía competir con el cálculo con números arábigos, mucho más dinámico y con más posibilidades. Poco a poco, durante la Edad Moderna se abandonó este sistema pero no los jetones, que se siguieron produciendo aunque con otros fines, como los que tengo a bien compartir hoy.

De hecho, fueron los holandeses los que utilizaron estas piezas de forma extensa con fines propagandísticos durante su larga lucha por la independencia entre los siglos XVI y XVII. Para ese momento, los jetones se estaban convirtiendo en un popular objeto de colección, sobre todo en una zona como los Países Bajos, donde se habían usado de forma habitual durante los siglos anteriores. En este sentido, se convirtieron en portadores de mensajes políticos y religiosos a favor de la revuelta contra España y del protestantismo, reflejando escenas como batallas, tratados de paz o incluso el asesinato de Guillermo de Orange en 1584. 

Reversos de los jetones, con ciertas influencias clásicas y medievales

Otro uso muy extenso de los jetones, que es el que más nos concierne hoy, es el de fichas para juegos de mesa o naipes. Siempre resulta más elegante (y menos arriesgado en muchos sentidos) jugar con fichas que con dinero, por tanto, qué mejor que utilizar unas que además se parezcan al dinero. Parece ser que la ciudad de Nuremberg en Alemania destacó entre otras cosas por la fabricación de estas piezas con fines lúdicos entre los siglos XVI y XIX. Las que muestro hoy se enmarcan dentro de esta tradición. Son dos pequeños jetones de latón muy ligeros sin apenas grosor de 14 y 18 mm producidos por la casa Lauer a principios del siglo XIX. 

Esta casa lanzó al mercado del coleccionismo fichas imitativas de monedas europeas existentes, y en el caso de estas puede percibirse una especie de mezcla de cultura clásica con diseños medievales. La de menor tamaño muestra en su anverso un busto de Minerva con atuendo militar y casco y una iglesia en su reverso con la leyenda FURCHT GOTT, es decir, "temed a Dios". La otra muestra un retrato muy similar (casi idéntico de hecho) de Pallas, héroe mitológico romano y un reverso con un león rodeado de la leyenda RECHPFENING, que es el nombre genérico que recibían estas fichas o jetones en alemán. 

La popularidad de estos objetos no fue mucho más allá del siglo XIX, aunque su interés para el coleccionismo no ha decaído lo más mínimo. Su diseño es atractivo, su precio es más que razonable y tienen un justificado interés histórico. Poco más se puede pedir, ¿no creéis?

More information

No comments:

Post a Comment